En el ejercicio de la folganza y su percepción social podríamos distinguir tres casos.
-Aquellas personas que sólo lo ejercitan ocasionalmente y siempre después de un duro trabajo. Están muy bien vistos socialmente pues se convierten en acreedores del merecido descanso.
- Quienes, teniendo una condición socio-ecónomica no muy bollante se dedican a folgar siempre y tanto como pueden. Son odiados por el común de los mortales que no entienden como alguien "tan pringao como yo" puede vivir sin dar palo al agua.
- Por último, están los profesionales del folgar. Personajes conocidos por pasarse la vida mano sobre mano, corriendo de acto oficial a programa de Tv. Éstos, merecedores de toda repulsa, son, en cambio, idolatrados por la plebe, cual guerreros de antaño.
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Ahora bien, este fenómeno no afecta en exclusiva a miembros de la realeza y clases dominantes. Diariamente asistimos al encumbramiento de nuevos ídolos cuya única valía consiste en haber yacido con un torero o en adivinar el futuro en el cogollo de una lechuga. Uno se imagina a un sociólogo extraterrestre de visita en la Tierra intentando entender la causa de la profunda admiración que despiertan estos subproductos, preguntando si son líderes guerreros o eminentes sabios y hallando como respuesta que son adorados por ser campeones mundiales del parasitismo. Parecería lógico que se reuniesen un millón de personas para escuchar a Patarroyo hablar sobre la vacuna que podrá acabar con todos los virus, pero no, preferimos ver a ricos zánganos en carrozas de oro.
Imposible no recordar aquel chiste de Faemino y Cansado : - Oye, ha muerto el Fary. - ¿Quién el famoso cantante de tonadillas populares?- No, el científico- Bah, pues que se joda.
Y es que aunque se hable del trabajo bien hecho, de la cultura del esfuerzo y de la ayuda a los demás, en nuestro fuero interno queremos ser ricos y folgar el resto de nuestra vida y si bien no podemos llevar a cabo nuestro sueño al menos disfrutamos viendo que hay algunos afortunados que llegan a conseguir nuestro íntimo anhelo de triunfar sin hincarla. Por eso triunfan los Reality Show. Por eso las masas gritan !Viva el Rey!